Reír como alguna vez rió el general. Tomar el té en su oficina de vigas oscuras. Bromear con el radiotelegrafista. Mirar a la cámara con mirar soviético y ocultando lo que no debe verse, el revés de la persona. Y eso sí, mantener el traje en perfecto estado. La limpieza y el orden es primordial en Lubianka.
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